miércoles, 11 de mayo de 2011

¿Por qué cortaron el Himno?



La versión original de la canción patria contaba con 10 estrofas y duraba aproximadamente 20 minutos.

Sin embargo, fue modificada por diferentes gobiernos que suavizaron su contenido revolucionario y cortaron las partes que ofendían a otros países.

El historiador Mario Pacho O`Donnell fue consultado para entender las razones de esta “censura”.

Tal vez muchos no sepan que el Himno Nacional que todos aprendimos a cantar con solemnidad en los actos del colegio no siempre fue como el que conocemos hoy. Originalmente, la canción patria era mucho más extensa y su letra estaba fuertemente influida por el espíritu revolucionario de los primeros patriotas. Sin embargo, razones políticas llevaron a diferentes gobiernos a modificarla para diluir su fervor revolucionario y adaptarla a los tiempos contemporáneos.

El escritor e historiador Mario Pacho O`Donnell explica que la Asamblea del año XIII, que aprobó el texto el 11 de mayo de ese año, “fue convocada originalmente para declarar la independencia, pero por influjo de Gran Bretaña pasó a ser algo distinto y lo que iba a ser el Himno Nacional se convirtió simplemente en la Canción Patria”.

La razón es que Gran Bretaña “no quería fomentar la independencia en las colonias porque ella misma era un imperio colonial. A través de la Logia Lautaro, a la que pertenecían la mayoría de los asambleístas, presionó para descalificar la idea independentista de la Asamblea. Como los gobernantes de Buenos Aires estaban muy atentos a no perder el apoyo de este país, entonces la Asamblea del año XIII pasó a ser algo distinto y lo que iba a ser el Himno Nacional se convirtió en la Canción Patria. Ya de entrada se cambia el sentido que tiene; recién será el Himno Nacional más adelante, cuando esté claro el proyecto independentista”, relata O`Donnell.

Por otro lado, “la letra original de Vicente López y Planes era una letra muy contagiada del espíritu revolucionario, tenía mucho ardor patriótico y festejaba la victoria sobre el opresor (español)”. Sin embargo, estos rasgos fueron “rastrillados por el consenso de que no había que hacer alardes independistas hasta que no estuvieran dadas las condiciones para esto”.

O`Donnell también narra que el Himno “luego fue suavizado aún más por razones diplomáticas cuando se decidió reiniciar relaciones de tipo económico-políticas con España. Por lo cual se quitaron todas las referencias al triunfo sobre este país. Todo esto fue lavando su belicosidad (por ejemplo, la letra original decía “Se levanta a la faz de la Tierra/ una nueva y gloriosa Nación/ coronada su sien de laureles/ y a sus plantas rendido un león” (España)). Por eso, lo que quedó fue una letra inofensiva, por decirlo de alguna manera, donde se repiten frases, casi como enunciando una carencia del texto”.

Por otro lado, la música, obra de Blas Parera, también fue renovada. Según O`Donnell, la versión original tenía “la línea de casi todos los himnos del mundo y era como una especie de marcha marcial. Juan Pablo Esnaloa modifica la música y lo transforma en esto que tenemos hoy, que a mi criterio es un poco barroco, demasiado sofisticada para un himno. Tal es así que nunca se interpreta íntegro en los eventos deportivos internacionales sino que se comete el gran error de tocar solamente la introducción, lo cual obliga a los hinchas argentinos a tener que tararearla cuando verdaderamente un himno debe ser cantado”.

Curiosamente, la versión actual también contiene errores de transcripción, debido a que cuando Vicente López y Planes escribe “su trono dignísimo alzaron”, en nuestro himno dice “abrieron”, cuando en realidad los tronos no se abren, se alzan. “Y eso es un error de transcripción que López y Planes trató de modificar al principio y luego terminó aceptando por el uso”.

Por último, vale la pena destacar un aspecto que seguramente muchos ni sospechan. “En nuestro Himno también hay referencias monárquicas que aún perduran (ej. menciones de tronos), lo que revela que antes de la independencia había intenciones en algunos políticos de Buenos Aires de coronar príncipes europeos en el Río de la Plata porque pensaban que iba a ser imposible vencer la reacción española y planeaban colocar otras casas nobles europeas en el poder como una forma de evitar el regreso de Fernando VII”.


Por Federico Millenaar

Fuente: 26noticias.com.ar

domingo, 8 de mayo de 2011

La educación en las reducciones jesuíticas

La educación fué una de las prioridades fundamentales de la Compañía de Jesús en su gigantesca tarea misional. San Ignacio de Loyola, fundador de la orden,"sentó el principio antes que sus religiosos pisaran América: si bien el objetivo último de toda misión es la evangelización,su requisito básico es el fomento del progreso económico y social, y como tal, su más poderoso instrumento es la educación en todas sus dimensiones;espiritual y temporal, rural e industrial, primaria y superior..." escribió la profesora María Capurro de Torres, en el suplemento semanal "Historia de las Misiones Jesuíticas", editado por el diario "El Territorio" de Posadas.

Los reyes de España habían dispuesto oportunamente, la instalación de "escuelas de doctrinas y de leer y escribir en todos los lugares de indios", mientras que en los momentos iniciales de la fundación de reducciones, el entonces provincial de la Orden de Jesús, padre Diego de Torres,dejó precisas instrucciones a los sacerdotes de la Compañía.

"En lo espiritual, pongan luego la Escuela de Niños, en la cual uno de los compañeros(del párroco o cura) les enseñará la doctrina, la cual dirán al entrar y salir de la escuela, mañana y tarde, hasta saberla muy bien...También les enseñarán a leer y escribir, contar y tañer".

El padre José Cardiel detalló en sus informes,que "en la escuela de primeras letras ponían los misioneros especial cuidado. Desde los siete años, los niños eran incluídos por los alcaldes en sus listas, y permanecían en la escuela hasta lo doce años. Allí los varones aprendían a leer, escribir y hacer cuentas. Las niñas,hasta la edad de doce años, acudían a escuelas separadas donde aprendían a leer, escribir, hilar, cocinar,etc. En aritmética hicieron progresos notables y, para no olvidarse, todos los niños debían repetir la tabla entera de los números, el día domingo, después del servicio divino."

También en las escuelas de las reducciones, "los alumnos más hábiles y más rápidos debían ser los maestros de los principiantes, pues ellos tomaban la lección o corregían los deberes a los de los grados inferiores, y aún a los de su mismo grado, y eran tambien ellos quienes debían correr con la disciplina de la escuelas, ordenando a los alumnos en filas, al ingresar en las aulas y cuidando del comportamiento de los niños."

Cabildo Mirí

El historiador jesuítico, padre Guillermo Furlong, aportó datos sobre una experiencia pedagógica sorprendente para la época. "En algunas reducciones hubo temporariamente, lo que se llamó Cabildo Mirí o de los niños, por ser éstos quienes lo componían. Constaba de casi todos los cargos que había en el otro o "Guazú", pero con autoridad tan sólo sobre menores de catorce años. En algunos pueblos no dió resultado y los sacerdotes dejaron que se extinguiera,pero en la mayoría, contribuyó notablemente a crear en los niños el sentido de responsabilidad y deber cívicos."

En cuanto a cifras, la reducción de San Ignacio Miní tenía-en una época- más de 500 niños en su escuela, mientras que Santo Tomé registraba 900 alumnos.

Un maestro guaraní

Las Cartas Anuas de 1644, consignan el nombre de un maestro aborigen que tuvo la misión de San Javier: Gaspar Gauparé, quien "desde su infancia recibió una educación muy cristiana y muy cabal, de suerte que era muy apreciado por los padres misioneros.Era además un excelente copista de escritos en latín o castellano, y muy buen lector.Distinguiéndose también entre sus compañeros, por sus habilidades en la música vocal e instrumental. Por todas estas razones fué designado maestro de escuela, y supo enseñar no sólo las letras sino también las verdades religiosas, infiltrando sentimientos bellísimos en los corazones de sus alumnos."

Muchas escuelas misionales siguieron funcionando tras la expulsión de los jesuitas en 1767, y el historiador misionero Antonio Monzón,consigna en su obra, los nombres de "varios indios que, habiendo hecho los estudios primarios en las reducciones,cursaron los secundarios y universitarios en Buenos Aires o en Asunción, como Pablo y Félix Areguatí; Domingo Yabacú; Francisco Ipiré; VenancioToubé; Manuel Cumá y Francisco Javier Tubichapota. Este último ordenóse sacerdote y en 18o2, Javier Lastarria,secretario del virrey Avilés,hacía de él un cumplido elogio."

Fuente: cosahonesta.blogspot.com - Prof. Julio A. Gómez