viernes, 26 de diciembre de 2008

LOS REYES MAGOS

Los personajes que originan la mágica atmósfera que invade la madrugada del 6 de enero de cada año poseen ciertas claves que son desconocidas para la gran mayoría.

Los Reyes Magos son unos misteriosos personajes. Buscar en los orígenes de esta tradición nos lleva irremediablemente a uno de los Evangelios de la Biblia, el de San Mateo. En el capítulo dos, versículos uno al doce, se narra como unos Magos, guiados por una luminosa estrella, llegaron a Belén para adorar y ofrecer sus místicos dones al recién nacido Mesías, burlando al infanticida más temido y famosos de la historia Herodes. Pero el mismo San Marcos no ofrece detalles sobre su origen, ni siquiera afirma que fueran reyes, por lo que muchos autores consideran que el evangelista, que escribía para los judíos, los utilizó como recurso para realzar la naturaleza divina y el carácter de Jesús como Mesías.

Existen interpretaciones que dicen que los Reyes Magos podrían haber sido astrólogos babilonios o sacerdotes persas, cultivadores de las ciencias -particularmente la astronomía- desde un punto de vista teológico.Tampoco cita San Mateo el lugar o país del que procedían, aunque todo apunta a Babilonia o Persia; Babilonia era un gran centro astrológico, donde al igual que Persia, los magos eran una casta con mucha influencia. Lo más probable es que llegasen a Jerusalén dos meses después de que naciera Jesús.


En cuanto al número de magos, se acepta el de tres, teniendo en cuenta el número de presentes ofrecidos. No obstante en determinadas representaciones pictóricas, por razones de perspectiva o capricho del autor, sólo aparecen dos o, en otras ocasiones, cuatro.Los tres nombres que han llegado hasta nosotros en la tradición occidental -Melchor, Gaspar y Baltasar- no son los nombres primitivos u originales de los Magos, los cuales se desconocen por completo (Mateo tampoco los menciona). La representación de uno de los Reyes Magos como hombre de raza negra, no comenzó hasta el siglo XIV. El venerable monje benedictino, Beda, doctor de la Iglesia, los describió así en un códice: "Melchor, anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color; Gaspar, más joven y rubio; Baltasar, negro".

Beda los consideró representantes de Europa, Asia y áfrica, para así acentuar la soberanía universal de Cristo sobre todas las razas y países. Los nombres son distintos en diversas lenguas. En griego, Appellicon, Amerín y Damascón; en hebreo, Magalath, Galgalath y Serakin. Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres diferentes.Su destino, tras la adoración, fue incierto. San Mateo sólo dice que regresaron a su país por otro camino para burlar a Herodes.

La tradición piadosa afirma que fueron discípulos de Santo Tomás. Otros afirman que fueron consagrados obispos y murieron martirizados hacia el año 70 de nuestra era. Sus supuestas reliquias fueron transportadas de Milán a Colonia en el siglo XII, donde aún hoy son veneradas en un relicario bizantino de la catedral de esa ciudad alemana. Otro de los enigmas de los Reyes Magos más estudiados es la naturaleza del brillante astro que les condujo hasta el pesebre de Jesús. Para muchos autores no era sino un cometa o meteoro luminoso. Hay quien mantiene que pudo tratarse del cometa Halley. Kepler, en 1606, afirmó que pudo nacer de la conjunción triple de dos planeta, Saturno y Júpiter, en la constelación de Piscis. Por último, en la biblioteca de la Universidad de Salamanca se encuentra un curioso códice del siglo XV, titulado Historia de los Reyes Magos. Plagado de citas del Antiguo Testamento, relata la trayectoria de estos durante y después de la adoración. Destaca el episodio de las tentaciones que sufrieron los tres Reyes a cargo de Satanás.
Fuente: Ociototal.com
Publica: Guillermo Reyna Allan

viernes, 19 de diciembre de 2008

Wolfgang Amadeus Mozart (Parte 3)

En 1769, Mozart ganó en Salzburgo la plaza de maestro de conciertos —gran honor para un muchacho— ... pero sin sueldo. Se le financió un viaje de estudios a Italia, donde Leopold pensaba que Wolfgang Amadeus triunfaría componiendo óperas.
Padre e hijo llegaron a Roma el 11 de abril de 1770. En el Vaticano, Wolfgang Amadeus escuchó el Miserere de Gregorio Allegri. Esta obra tenía carácter secreto, pues sólo podía interpretarse en la Capilla Sixtina y su publicación estaba prohibida bajo pena de excomunión.
Sin embargo, el joven compositor apenas llegó a la posada donde se alojaba, escribió de memoria una versión muy aproximada de la partitura completa. El Papa Clemente XIV, admirado ante el talento del músico de 14 años, no sólo no lo excomulgó, sino que lo nombró Caballero de la Orden de la Espuela de Oro, título que —a pesar de los privilegios que otorgaba— nunca interesó a Mozart.

Padre e hijo fueron a Italia por última vez en 1772. En Milán, Wolfgang estrenó una ópera y escribió el motete Exultate-jubilate. Buscó un puesto digno y estable, pero en vano. Tuvo que regresar a Salzburgo. A los 17 años, Wolfgang ya no podía pasar por «niño prodigio». Empezaba ahora la lucha por la vida.

En 1773 hizo otro viaje a Viena, sin resultados prácticos, pero positivo para su arte, ya que conoció el nuevo estilo vienés a través de la música de Joseph Haydn. En enero de 1775 Mozart estrenó con gran éxito en Múnich su ópera La jardinera fingida. Fueron para Mozart años fecundos: escribió óperas, sonatas para piano, conciertos para violín, divertimentos, cuartetos y mucha música sacra por encargo de su nuevo patrón.
Sin embargo, Mozart se sentía prisionero, sentía que no progresaba y —sofocado por el ambiente provinciano de Salzburgo—, en agosto de 1777 reclamó al arzobispo Colloredo la libertad para abandonar su puesto. Luego, en compañía de su madre, inició un largo viaje a París. En una escala en Múnich, conoció a la familia Weber y se enamoró de la hija mayor, Aloysa.
En Mannheim hizo amistad con un grupo de compositores de esa ciudad (la cual era conocida porque sus orquestas —por primera vez en la historia de la música— exageraban la diferencia entre los pasajes suaves y los fuertes; este estilo se dio en llamar «estilo de Mannheim» y pocas décadas después sería una característica principal del Romanticismo).

Tras su fracaso sentimental con Aloysa Weber, encontró consuelo en Constanze, la hermana menor. Pero sabía que su padre Leopold no apreciaba a esa familia, puesto que no sin razones creía que estos, fundamentalmente la madre, querían aprovecharse del éxito de su hijo. Sin embargo, hay suficientes antecedentes de que Constanze amaba verdaderamente a Mozart y nunca compartió las maquinaciones de su madre. Como el consentimiento de su padre era fundamental para Mozart, quiso viajar a Salzburgo para presentarle formalmente a la novia, pero varios eventos postergaron el temido viaje para enfrentar a su progenitor.
El 4 de agosto de 1782, sin el consentimiento paterno, Wolfgang Amadeus y Constanze se casaron en Viena. Para celebrar la unión y para calmar a su moralista padre, Mozart compuso la inconclusa Misa en do menor (KV 427). Pensaba estrenarla en Salzburgo con Constanze como primera soprano solista. Sólo pudo hacerlo en agosto de 1783, pero sería inútil. Deseaba demostrar a su familia que había sabido elegir, pero Leopold y Nannerl jamás terminarían de aceptar a Constanze.

Para colmo de males, su primer hijo murió el 19 de agosto de 1783, al mes de nacido. De los seis hijos que Wolfgang Amadeus tuvo con Constanze —Raimund Leopold (1783), Karl Thomas Mozart (1784), Johann Leopold (1786), Theresia (1787), Anna (1789) y Franz Xaver Wolfgang Mozart (1791)—, sólo dos sobrevivieron: Karl Thomas y Franz Xaver Wolfgang.

Para diciembre de 1784, Mozart ingresó en la francmasonería, en la que encontró un ideal filosófico. 1785 fue un año de gran actividad artística y social. Wolfgang se sintió entusiasmado ante el aplauso que los vieneses dispensaron a su música. Por entonces dedicó a Joseph Haydn algunos cuartetos de cuerda.
La anécdota cuenta que, al oírlos, Haydn manifestó a Leopold que ante Dios, Wolfgang Amadeus era el más grande compositor que hubiera conocido.

El 5 de diciembre de 1791, alrededor de la una de la madrugada, Mozart falleció en Viena a los 35 años de edad y su funeral tuvo lugar en la Catedral de San Esteban (donde también se casara con Constanze). Recientes investigaciones han sugerido que Mozart murió por una fiebre reumática, aunque existen múltiples conjeturas. Debido a las penurias económicas, fue enterrado en una tumba comunitaria en el cementerio de St. Marx, aunque existe la teoría de que el enterrador, conociendo de quién se trataba, le anudó una soga al cuello, por encima del saco que envolvía el cuerpo. También se sabe que nadie acompañó el cuerpo hasta el cementerio; solamente lo acompañó hasta el final su perro.

Se propagó el rumor de que Mozart había muerto envenenado por Antonio Salieri, quien supuestamente odiaba su genio musical. Esto sirvió de inspiración para un poema del poeta Puskin, en el que se inspiró el compositor Rimski-Kórsakov para hacer una ópera de nombre Mozart y Salieri; y posteriormente por el escritor británico Peter Shaffer para escribir la obra de teatro Amadeus, llevada a la gran pantalla en 1984 con éxito de público y crítica por el director Milos Forman en la película homónima que recibió 8 premios Óscar.
No obstante, esta conocida obra, aunque inspirada en Mozart, es de ficción y no pretende ser una biografía exacta del músico de Salzburgo. En ella la imagen de Mozart (interpretado por Tom Hulce) aparece exagerada y deformada, poniéndolo, por ejemplo, como un orgulloso bufón de risa bobalicona siempre dominado por su padre, tópicos que no se corresponden con la realidad; así como tenemos a un perverso y maquiavélico Salieri (interpretado por el actor estadounidense F. Murray Abraham), de discutible historicidad.



Fuente: Wikipedia
Publica: Guillermo Reyna Allan

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Wolfgang Amadeus Mozart (Parte 2)

Las dotes prodigiosas de un niño (1756-1791)Mozart nació el 27 de enero de 1756 en Salzburgo (Austria). En esta época, Salzburgo era un arzobispado independiente en el Sacro Imperio Romano Germánico. Fue bautizado el día después de su nacimiento con los nombres de Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart; a lo largo de su vida firmaría con diversas variaciones sobre su nombre original, siendo una de las más recurrentes "Wolfgang Amadè Mozart" y utilizando sólo esporádicamente la forma "Amadeus", casi siempre en plan jocoso (una de sus cartas está firmada como Wolfgangus Amadeus Mozartus). A pesar de ello ha sido esta última denominación la más favorecida, en especial a partir del siglo XX.
Fue el último hijo de Leopold Mozart, músico al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo. Su madre se llamaba Anna María Pertl. Debido a la altísima mortalidad infantil en la Europa antigua, de los 7 hijos que tuvo el matrimonio sólo sobrevivieron Anna Maria, apodada cariñosamente Nannerl, y Wolfgang Amadeus.
Nannerl y Wolfgang Amadeus mostraron desde muy pequeños asombrosas facultades para la música; para Wolfgang, la música y las matemáticas eran tan naturales como los juegos para cualquier otro niño.
A los 4 años practicaba el clavicordio y componía pequeñas obras de considerable dificultad; a los 6, tocaba con destreza el clave y el violín. Podía leer música a primera vista, tenía una memoria prodigiosa y una inagotable capacidad para improvisar frases musicales.
Definitivamente, no era un niño común. Su progenitor era un hombre inteligente, orgulloso y religioso. Creía que los dones musicales de su hijo eran un milagro divino que él, como padre, tenía la obligación de cultivar.

Leopold componía y daba clases de música. El año del nacimiento de Wolfgang publicó un libro sobre el arte del violín, que tuvo éxito y lo hizo famoso. Después del nacimiento de Wolfgang, salvo las tareas propias de su cargo, abandonó todo para dedicarse de manera exclusiva a la formación de su hijo. Fue exigente como padre y como profesor, en todo momento estuvo al tanto de la formación de Wolfgang, para guiarlo como hombre y como artista.
Cuando el niño iba cumplir 6 años de edad, Leopold decidió exhibir las dotes musicales de sus hijos ante las principales cortes de Europa. Según los primeros biógrafos de Wolfgang, su padre «quiso compartir con el mundo el milagroso talento de su hijo...»; en la actualidad, algunos sostienen que más bien lo explotó. Lo cierto es que su figura autoritaria y opresiva marcaría al joven Amadeus para toda su vida.
El 12 de enero de 1762, la familia entera partió hacia Múnich; tocaron ante el emperador José II de Habsburgo y continuaron hasta Viena. La permanencia en esta ciudad —uno de los centros principales de la música— culminó con dos recitales ante la familia imperial en el palacio de Schönbrunn.
El pequeño Wolfgang causaba sensación en cada concierto. El dinero recolectado en este viaje no fue tanto como los elogios recibidos. Podría decirse que éste fue un viaje de prueba para Leopold. El 5 de enero de 1763, los Mozart retornaron a Salzburgo. El viaje había durado poco menos de un año.
Posteriormente, entre 1763 y 1766, concretaron el denominado Gran Viaje.
Durante tres años y medio recorrieron las principales ciudades de Europa, cosechando grandes éxitos. En Viena fueron llamados al palacio por la emperatriz María Teresa. La emperatriz quedó encantada con el niño Wolfgang Amadeus, tanto, que incluso lo sentaba en su regazo y lo besaba.
En Versalles, los Mozart tocaron ante el monarca Luis XV. La anécdota cuenta que en esa ocasión, la amante del rey, la altiva Madame de Pompadour, no permitió que el niño Wolfgang la abrazara por temor a que se estropeara su traje.
En Londres causaron la admiración del rey Jorge III; durante este viaje el joven músico compuso su primera sinfonía y conoció a Johann Christian Bach, hijo menor de Johann Sebastian Bach (aunque en esa época tenía mucho más éxito que su padre, quien era conocido como "el padre de Johann Christian Bach", Johann Sebastian ejercía gran influencia sobre la obra de su hijo).
En Holanda deslumbró tocando el órgano más grande y complicado del mundo, y compuso su primer oratorio a los 9 años de edad.
Cada presentación del joven Wolfgang Amadeus era una exhibición de su virtuosismo con el clave y el violín (se cuenta que ya en esa época podía tocar el teclado con los ojos vendados), y dejaba a los espectadores maravillados improvisando sobre cualquier tema que le proponían.
A esa edad ya sabía ser galante y dedicaba a las damas de la nobleza sus primeras sonatas para violín y clave. La familia regresó a Salzburgo el 30 de noviembre de 1766.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Wolfgang Amadeus Mozart (Parte 1)


Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, más conocido con el nombre de Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 27 de enero de 1756 - Viena, 5 de diciembre de 1791) es considerado como uno de los más grandes compositores de música clásica del mundo occidental.

Se mostró siempre como un gran teórico e innovador de la composición musical. Su marcado perfeccionismo lo manifestaría al escribir, a la edad de 22 años, la siguiente frase: "Me gusta que un aria quede tan a la medida de un cantante como un traje bien hecho". Según el testimonio de sus contemporáneos era, tanto al piano como al violín y la viola, un virtuoso.

Posteriormente artistas de distintas épocas y géneros del arte han sido influenciados por su música. Incluso el premio Nobel 1984, el poeta checo Jaroslav Seifert, llegaría a afirmar que ésta inspiró a la composición de sus versos.

Estudios realizados durante la década pasada atribuyen a su música, en especial a la sonata K.448, diversas cualidades como la de incrementar algunas capacidades del cerebro, así como disminuir la actividad epileptógena. Esto ha sido calificado como el "efecto Mozart".

A pesar de que murió muy joven (apenas a los 35 años), dejó una obra extensa que abarca todos los géneros musicales de su época.
Escuchemos una de las exquisiteces que nos legó Mozart




Fuente: Wikipedia
Publica: Guillermo Reyna Allan

sábado, 6 de diciembre de 2008

Carlos Gardel

El 11 de diciembre es el Día Nacional del Tango. En la fecha se recuerda el nacimiento de Carlos Gardel, para muchos nacido en Tacuarembó (Uruguay) el 11 de Diciembre de 1887.Más allá de las controversias relacionadas con su verdadera nacionalidad y su fecha de nacimiento, hoy, en Gotitas de Historia, recordamos al denominado "Zorzal criollo".
Nada mejor entonces, que comenzar con esta "Fábula para Gardel" (Tango para decir) de Horacio Ferrer, que dice:
Ayer me preguntaste, hijito mío por primera vez, quién es ese Carlitos,
ese fantasma tan arisco, empecinado con seguir guardado en la cueva con asma de su disco.
Y entonces te conté cuanto sabía.
Más hoy, mirándote, pensándote, besándote,sé un poco más.
Y es que el hijo del hijo de tu hijo un día, un día de junio soleadofrío y seco que vendrá, lo mismo que vospreguntará por él.
Y una caliente zafra de ecos, ecos de la vozde nuestra gente, ecos de tu voz - chiquito -y de la mía, inexorablemente contestará: GARDEL

Todo lo que rodea a Gardel tien un halo de misterio. Su nacimiento, su llegada al país, su infancia, sus padres, sus romances, su supuesta adolescencia delicitiva que incluso lo habría llevado a purgar prisión en Tierra del Fuego y... hasta su muerte.
La figura de Carlos Gardel representa el espíritu mismo del tango.
Según Alfredo Rosso, la teoría más difundida lo da como nacido el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia, aunque algunas fuentes sostienen que su advenimiento al mundo se produjo en Tacuarembó, Uruguay. Lo que no se discute, sin embargo, es que Gardel se mudó con su madre Berthe Gardes a Buenos Aires en 1893. Mas tarde cambió la escritura de su nombre y se transformó en ciudadano Argentino en 1923.
Gardel comenzó su carrera artística cantando en bares y fiestas en 1913, formando un dúo con José Razzano que duró hasta la mitad de los años veinte y que interpretaba una amplia variedad de canciones folklóricas, además de algunos primeros tangos. Dentro de este último estilo, Gardel hizo la grabación pionera del clásico "Mi Noche Triste" en 1917.

La progresiva introducción de letras en el tango -un género hasta entonces instrumental- pronto transformaría a Gardel en el más importante cantante de su tiempo. El tango, ahora cantado, utilizaba el lunfardo (argot urbano argentino) para describir las penurias de un amante al descubrir la traición de su amada, para vanagloriarse de sus andanzas de macho o para reflejar en colorido detalle, con una mezcla de orgullo y melancolía, las viñetas ciudadanas de su lugar natal, la ciudad de Buenos Aires, el santuario del porteño.
La popularidad de Gardel creció consistentemente durante la primera parte de la década del veinte y, en 1925, el dúo con Razzano fue disuelto, dando comienzo, por fin, a su carrera como solista. Es entonces cuando viaja a España donde tuvo una buena recepción, llegando a grabar veintidós temas en estudios peninsulares, de los cuales veinte eran tangos. tres años más tarde, el nombre de Gardel ya gozaba de gran popularidad y el cantante grababa profusamente para el sello Odeón, un repertorio compuesto casi exclusivamente por tangos. Pero aún le quedaba una cumbre por escalar. Como muchos Argentinos -por nacimiento o por adopción- Gardel soñaba con conquistar París.
Por fin, en 1928, viaja a la Ciudad Luz y, tras cantar en una velada de caridad del teatro Fermina junto a una Josephine Baker por entonces en la cima de su popularidad, Gardel actúa durante tres meses en el cabaret Florida y graba varios temas más.
Al regresar a Buenos Aires, Gardel ya era un cantante internacional que deseaba ensanchar sus horizontes. Firma un nuevo contrato de grabación, esta vez con RCA, que producirá las versiones definitivas de sus más grandes éxitos, como "Mi Buenos Aires Querido", "Por Una Cabeza", "Volver", "El Día Que Me Quieras", "Golondrinas", "Cuesta Abajo", "Silencio" y muchos otros. La mayoría de estas canciones están fuertemente ligadas a la figura de Alfredo Le Pera, un argentino afincado en París que, desde los primeros años '30, se iba a convertir en el letrista de Gardel y también en su guionista, a sugerencia de la empresa Paramount Pictures, con la cual el cantante iba a comenzar una estrecha asociación que duraría hasta la muerte de Gardel en el accidente de aviación de Medellín, Colombia, en 1935 y que daría por resultado una serie de películas filmadas en los Estados Unidos, como Melodía de Arrabal, El Tango en Broadway, El Día que me Quieras y Tango Bar, que hicieron mucho para establecer la reputación internacional de Gardel como el cantante número uno del tango.
En los años transcurridos, el mito de Carlos Gardel ha llegado a encarnar el símbolo mismo de la música de tango. En Argentina, donde su figura constituye un culto de proporciones casi religiosas, existe un dicho popular que resume la reverencia y el afecto indeclinable de su pueblo: Gardel cada día canta mejor
Finalmente dejamos unas cuantas opiniones vertidas sobre Gardel:



"Este muchacho pinta el dolor callado de la madre que sufre, con emoción tal que conmueve de verdad." (José Ortega y Gasset - Buenos Aires - 1916)

"Era el valor del tango, en contraste con la mujer del tango, el hombre probo, dolorido, que sabe masticar sus desengaños. En el tango hay unas últimas burbujas del ahogado, un poco de voz de agonía. La voz de GARDEL era una herida en su rostro y nos acordaremos siempre de su expresión llagada." ( Ramón Gómez de la Serna - Madrid - 1935)

"Salvo GARDEL, nadie ha poseído la ciudad. CARLOS GARDEL es la única persistencia auténtica en la sentimentalidad de Buenos Aires." ( Florencio Escardó - Buenos Aires - 1945)
"Buenos Aires tuvo en él a un historiador inesperado y preciso, puesto que sus cantos son momentos de historia, pequeña, viva y sin nombre." ( Homero Manzi - 1946).


"Soy fanático de GARDEL y no lo digo aquí, en la Argentina, por compromiso. Además, no debe sorprender: en Francia existe una tradición gardeliana muy sólida desde los tiempos en que advinieron el tango y el jazz. Casi simultáneamente. GARDEL es una personalidad fantástica y un gran vocalista." ( Charles Aznavour - Buenos Aires - 1962 ).

"GARDEL era un tipo muy inteligente . Y un síntoma de esa inteligencia es haber recurrido en el extranjero a una pluma como Alfredo Le Pera. Estaba solo, rodeado de franceses primero, luego de norteamericanos. Esa gente podía perderlo. Los dos hacen una trampa portentosa: conservan lo nuestro en un ambiente completamente extranjero. Toda una prueba de fuego." ( Aníbal Troilo - 1970)

"GARDEL aunaba la técnica operística en su voz, la creación del tema en su cabal interpretación y el acento exacto de nuestro tango. Su voz era expresiva, tierna, extensa, musical y sensible. Su canto, de estilo propio, definido, tenía modulaciones expresivas que lo hicieron creador de nuevas formas, un verdadero revolucionario que amaba la técnica con el fervor de un temperamento dramático." (Edmundo Rivero - 1985)

"Para los cantores CARLITOS ejerce la mejor de las paternidades (...) Es imposible no amarlo" (Roberto Goyeneche )

"(...) Admiración y amor son las dos palabras que para mi resumen a GARDEL." ( Tania )
"(...) Para el país , y para todos los que lo conocieron, fue un ejemplo de lucha constante. Es admirable la batalla que libró contra el tiempo para hacer realidad todo lo que su genio idealizó." (Tita Merello).

"CARLOS solía traernos las últimas novedades , los discos que grababa como prueba; yo tenía una ortofónica que entonces era de último modelo, Juntos comentábamos las grabaciones, las criticábamos y después de las discusiones CARLOS escribía en las etiquetas las conclusiones a las que habíamos llegado. Todavía guardo esos discos de prueba (Irineo Leguisamo - Mundo Argentino - 1965)

"Yo tengo los discos de GARDEL en 78, en 33 y hasta en discos compactos. No quiero exagerar, pero creo que tengo absolutamente todo lo que se ha ido editando o gran parte de ello. Escucho siempre sus discos y le acompaño en casa. De tanto oírlo ya sé donde se para, donde arranca, donde hace la inflexión de la voz. Soy gardeliano auténtico y no de ahora, creo que desde que mi padre me habló de él." (Joan Manuel Serrat).

"La muerte cimenta una leyenda y genera unas adhesiones que en una de esas le podrían haber faltado, pero GARDEL era el número uno de su época y basta recurrir a los diarios y las revistas de aquellos tiempos en los que se lo mencionaba como el máximo intérprete de la música popular." (Alejandro Dolina)

Bibliografía: Revista La Maga
Fuente: Alfredo Rosso - Comunidad.ciudad.com.ar

sábado, 29 de noviembre de 2008

NACIÓN Y AMERICANISMO EN EL PENSAMIENTO DE ANDRÉS GUACURARÍ ARTIGAS

Foto de Iván Pawluk

El concepto de Nación podría ser objeto de reflexión desde múltiples posturas intelectuales. De hecho este es un fenómeno que podemos apreciarlo en la obra producida por las diversas corrientes historiográficas que han proliferado en nuestro país, en una conjugación de posturas filosóficas, políticas, religiosas. Históricamente la idea de Nación y de un pensamiento en tal sentido logró madurar con plenitud en la Europa del siglo XIX, donde las identidades pugnaban por sobreponerse a la fuerza avasalladora de los imperios. Estos nuevos conceptos desembarcaron en los territorios coloniales de América y fueron alimentando el intelecto de una incipiente clase dirigente que no tardaría en apetecer el poder, abocándose a la tarea de "construir los estados nacionales", donde antes predominaban los regionalismos.
Sin duda el proceso revolucionario de Mayo puso en el tapete la cuestión nacional. Sus hombres, exponentes de la cultura europea y de los intereses americanos, proyectaron un concepto de nación transplantado y proyectado desde una postura puramente intelectual, irradiada con pretensiones hegemónicas desde Buenos Aires.
Pero más allá de los límites territoriales y culturales de aquella ciudad, se hallaban las provincias del Río de la Plata. Aisladas, con una sociedad y una cultura decantada en siglos de historia. Una de aquellas provincias era la de Misiones o Misiones de guaraníes. ¿Sería posible que en aquel ámbito se gestara en forma paralela, al margen de la influencia europea, un pensamiento nacional nutrido en los procesos históricos, sociales y culturales telúricos, y que además hiciera eclosión en el contexto de la revolución americana? Sin duda alguna el federalismo artiguista expresa en cierta medida esa idea, pero también es cierto que manifiesta en su discurso ideas propias de la cultura política de la época.La historiografía, fuera liberal – positivista o revisionista, no avanzó en su análisis más allá de este planteo bipolar en cuanto al pensamiento nacional de la primera mitad del siglo XIX: centralismo o provincialismo, unitarios o federales.
Sin embargo se habían generado otras alternativas políticas y de proyectos de país y nación. Una de ellas emergió en el territorio de las Misiones de guaraníes y se expresó con toda plenitud en la figura del caudillo Andrés Guacurarí Artigas. Aunque el proyecto se derrumbara ante la caída del protector José Gervasio Artigas y la desaparición física de Andrés Guacurarí, aquella idea gestada tuvo tanto arraigo y nexos con la historia social de la región misionera, que de varias formas modeló la realidad socio – cultural de la región, proyectándose hasta el presente.
La Provincia de Misiones comprendía un total de 30 pueblos, dispersos en un vasto territorio, hoy fragmentado en los estados nacionales de Paraguay, Argentina, Brasil y el Uruguay. Desde el año 1767, momento en que se expulsó a la Compañía de Jesús, los pueblos misioneros habían quedado bajo la administración civil y militar colonial. El esplendor y la abundancia de que habían hecho gala bajo la administración de los padres jesuitas habían desaparecido. En la segunda mitad del siglo XVIII los pueblos o reducciones de guaraníes presentaban un aspecto desolador y de miseria. La voracidad de la mayoría de los funcionarios administradores había dejado a las reducciones en un estado ruinoso, caracterizado por la falta de recursos, el hambre, el deterioro edilicio y la desintegración demográfica. La realidad social de los pueblos se había transformado: aquella sociedad jesuítico – guaraní, de perfiles étnicos puros, había desaparecido, dando lugar a otra, de una plasticidad asombrosa, en donde se destacaba un estrato social compuesto por blancos (administradores, curas, maestros, comerciantes, "avecindados", capataces de estancias, etc.) y guaraníes que se diluían en un creciente mestizaje. Una sociedad afianzada en patrones culturales sólidamente consolidados durante el transcurso de los siglos XVII y XVIII, claramente diferenciados del resto del territorio colonial hispánico.
En este marco emergían en las misiones guaraníes algunos aspectos claves: el idioma guaraní, una cultura particular heredada de la administración jesuítica, la conciencia de un espacio territorial propio, la identificación de un enemigo histórico común: los portugueses, la autonomía de los pueblos expresada en la institución del Cabildo, el autoabastecimiento económico, la conciencia de una dignidad y un modo de ser que se iba degradando. Un modo de ser que llevaba una idea ancestral guaraní: la conciencia de una Identidad frente al Otro, y el sentido de Ser junto al Otro una sola realidad. Hoy diríamos diversidad en la integración.

El sentido de pertenencia a un territorio y a ser una Nación, en el sentido más radical del concepto, ya se había manifestado en plena mitad del siglo XVIII durante la Guerra Guaranítica, cuando la población guaraní levantándose en armas y dirigida por sus cabildantes se había opuesto a la ejecución del Tratado de Permuta firmado entre España y Portugal, negándose a abandonar a los portugueses los siete pueblos orientales del Uruguay, concluyendo todo en la cruel matanza de misioneros perpetrada por españoles y portugueses en las colinas de Caibaté en 1755. Este episodio humillante para la población guaraní, interpretado como una traición de una monarquía a la que tantas veces se había servido ofrendando vidas, quedó en la memoria de los pueblos misioneros. Aunque los siete pueblos habían sido devueltos a los guaraníes por la anulación del Tratado de Permuta, el trágico suceso de la Guerra Guaranítica había demostrado al pueblo guaraní de las misiones su capacidad de organización autónoma y su capacidad de organización militar.

Pero en el año 1801 se vuelve a reeditar el conflicto: los portugueses, en una rápida campaña militar, se apoderaron de los siete pueblos orientales: San Borja, San Miguel, Santo Angel, San Luis Gonzaga, San Nicolás, San Lorenzo y San Juan Bautista. El territorio usurpado comprendía además de los pueblos, las más productivas estancias ganaderas y yerbales de los mismos y de otros pueblos de la banda occidental, como Yapeyú, Concepción, Santo Tomé, etc. La situación se agravaba aún más porque desde el año 1800 un gran número de misioneros había comenzado a adquirir en propiedad chacras y estancias, quedando de ese modo liberados del viejo régimen de la comunidad. Gran parte de la población misionera, resistiéndose a vivir bajo la tutela portuguesa, se trasladó hacia los pueblos de la banda occidental del río Uruguay, dejando sus pueblos, sus terrenos y demás propiedades, con la esperanza de volver a recuperarlos.
Llegó así el año 1810 y el proceso revolucionario de Mayo. El 8 de julio de aquel año, los representantes del Departamento de Candelaria reunidos en el Cabildo de la capital de Misiones reconocieron como legítima a la Junta Gubernativa establecida en Buenos Aires. La decisión fue inmediatamente comunicada por el Gobernador Tomás de Rocamora a la nueva autoridad constituida.
El territorio misionero se hallaba encerrado entre dos frentes reaccionarios: Asunción y Montevideo, además de la presencia expectante y amenazante de los portugueses en la frontera del río Uruguay. En esta circunstancia es que el General Manuel Belgrano cruzó por el territorio de Misiones rumbo al Paraguay. Quedó azorado ante la miseria y la desolación que observó en los pueblos, lo que lo impulsó a redactar su Reglamento Constitucional para los Pueblos de Misiones (1811), pero simultáneamente dejó en "custodia" del Paraguay a todos los pueblos del Departamento de Candelaria. Desde esta base, los paraguayos nos dudaron en lanzarse sobre el Departamento de Concepción. Entonces, la histórica Provincia de Misiones quedaba reducida únicamente al Departamento de Yapeyú, compuesto por los pueblos de Santo Tomé, La Cruz y Yapeyú, más sus estancias, capillas y parroquias. Los portugueses, viendo el estado de desprotección en que se hallaba la banda occidental del río Uruguay, cruzaron el río Uruguay y comenzaron a asolar el territorio. En estas circunstancias el Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata nombró Gobernador de Misiones al Comandante Don José Gervasio Artigas, el cual inmediatamente se abocó a la tarea de organizar militarmente a la población misionera, logrando expulsar a los portugueses del Departamento de Yapeyú.
De esa manera el federalismo artiguista se arraigó con su prédica en la población misionera. Es en aquél momento en que entra en escena Andrés Guacurarí, hijo adoptivo de Gervasio Artigas, e integrante del cuerpo de Blandengues. El mismo Artigas, ya distanciado del centralismo porteño, lo designó Gobernador y Comandante General de Misiones.
Andrés Guacurarí había nacido en el año 1778 en el pueblo misionero de San Borja, el mismo año en que en otro pueblo misionero, Yapeyú, nacía José de San Martín, y en otro, Santo Angel, en 1789, Carlos María de Alvear. Andrés Guacurarí fue un exponente de la realidad histórica que acabamos de reseñar en esta apretada síntesis. ¿Indio guaraní?, ¿mestizo?. Más que eso: un nuevo tipo social, genuinamente americano y en profunda crisis ante los cambios históricos, consustanciado con la prédica política del artiguismo, en cuya doctrina apreciaba un cause para el proyecto misionero. Sería un error ver aquí el caso de un fanatismo ciego de un dirigente y su pueblo rendido a los pies de Gervasio Artigas. Los ideas de Libertad, autonomía, Nación, igualdad de derechos, Justicia, ya estaban presentes en la población de los pueblos misioneros desde hacía décadas, desde mucho antes de que Gervasio Artigas los expusiera en sus planteos políticos. Se trataba de ideales por los cuales los ancestros habían luchado y derrotado a los bandeirantes en Mbororé en 1641, y luego en varias oportunidades en la Colonia del Sacramento por la recuperación de la misma de manos de los portugueses; eran también los ideales que se habían visto avasallados por la corrupción del régimen de administración aplicado a los pueblos luego de la expulsión de los jesuitas y finalmente por las invasiones de paraguayos y portugueses ocurridas entre los años 1801 y 1811, las que habían dejado reducida a la provincia a su mínima expresión.
Andrés Guacurarí desde su posición de Jefe de los misioneros se planteó un proyecto que se propuso la reconstrucción territorial de la desmembrada Provincia de Misiones. Con dicho fin el objetivo inmediato fue la recuperación de los departamentos de Concepción y Candelaria que se hallaban ocupados por los paraguayos, para luego continuar con la primer campaña para intentar la recuperación de las misiones orientales; ambas acciones en coordinación con los planes de Don José Gervasio Artigas. En el orden interno se vuelven a constituir los Cabildos de todos los pueblos y se comienza con un programa de reactivación económica de las estancias ganaderas y los yerbales, administrado por los propios misioneros. Por primera vez los guaraní – misioneros tenían en sus manos su propio destino histórico.
Se trataba de una profunda revolución social y cultural, reprimida durante siglos y que estallaba ahora con fuerza en el contexto de la guerra revolucionaria americana.
El proyecto llevaba implícito un profundo sentido americanista e integracionista frente a las demás provincias. Se trataba de una reivindicación de la histórica provincia de Misiones, pero en el marco del concepto artiguista de una gran Nación americana. La lucha de los misioneros contra los portugueses, era concebida como un frente más en las luchas que se emprendían por la Libertad y la Independencia en aquellos años. Las palabras que Andrés Guacurarí dirige al Comandante paraguayo Isasi a cargo de la guarnición de Candelaria son ilustrativas (11.IX.1815):
"El derecho es el ídolo y objeto de los hombres libres, por quien se ven empapados en su propia sangre, me ha obligado, solicitando ellos nuestra protección, a molestar a Usted el que se venga con nosotros, o, de lo contrario, deje ese departamento al goce de sus derechos, repasando Ud. el Paraná con toda su guarnición,... Esto lo hago, COMO AMERICANO Y HERMANO QUE SOMOS, para evitar todo derramamiento de sangre entre nosotros... Al otro lado del Paraná es la frontera de la provincia republicana, DESDE DONDE DEBEMOS CONSERVAR UNA VERDADERA ARMONÍA Y QUIETUD ENTRE LAS PROVINCIAS HERMANAS..."
No caben dudas que el concepto de Nación en Andrés Guacurarí transcendía los límites estrechos de reivindicación de su raza, y adquiría una autentica vocación americanista. Su pensamiento vuelve a reiterarse en la intimación al Brigadier Francisco Das Chagas Santos, cuando se producía el sitio a San Borja, donde en parte de la nota Andrés Guacurarí expresaba:
"... estos territorios son de los naturales misioneros a quienes corresponde el derecho de gobernarlos, siendo tan libres como las demás naciones".
La proclama dirigida a la población de las misiones orientales resulta conmovedora:
"... He puesto mi ejército delante del portugués, sin recelo alguno, fundado, en primer lugar, en que Dios favorecerá mis sanos pensamientos, y en las brillantes armas auxiliares y libertadoras, sólo con el fin de dejar a los pueblos en el pleno goce de sus derechos, esto es, para que cada Pueblo se gobierne por sí, sin que ningún otro español, portugués o cualquiera de otra provincia se atreva a gobernar, pues habrás ya experimentado los pueblos los grandes atrasos, miserias y males en los gobiernos del español y del portugués... Ahora pues, amados hermanos míos, abrid los ojos y ved que se os acerca y alumbra ya la hermosa luz de la libertad, sacudid ese yugo que oprimía nuestros pueblos, descansad en el seno de mis armas, seguros de mi protección, sin que ningún enemigo pueda entorpecer vuestra amada libertad. Yo vengo a ampararos, vengo a buscaros. Porque sois mis semejantes y mis hermanos, vengo a romper las cadenas de la tiranía portuguesa, vengo, en fin, a que logréis vuestros trabajos y daros lo que los portugueses os han quitado en el año 1801 por causas de las intrigas españolas..."
Aquí tenemos un concepto diferente de la Libertad y de la Nación. No estamos ante conceptos aprendidos en universidades o leídos en obras filosóficas o políticas. Se trata de una concepción de la Libertad y de la Nación muy vivencial, extremadamente cargada de historicidad, de fuerza colectiva. Libertad comprendida no como una posibilidad de expresión, sino de capacidad de decisión y elección de un destino. Y un concepto de nacionalidad centrado en la identidad propia e ineludible, pero al mismo tiempo sabiéndose parte de un todo americano trascendente.
Entre esta concepción de la nacionalidad y libertad, y la diseñada desde el centralismo porteño existió una brecha insalvable, creada en siglos a través de un proceso histórico implacable. Durante el período transcurrido entre los años 1811 y 1819 toda la población misionera se alzó en armas en defensa de aquel proyecto. La vida alternaba entre el trabajo para la recuperación de los pueblos y las cruentas batallas libradas en defensa de la Patria, identificada objetivamente con el suelo que se habitaba.
Situados los misioneros entre dos frentes, el centralista porteño y el portugués, la posibilidad de resistencia era limitada. Durante el período transcurrido entre 1817 y 1818 los portugueses habían saqueado e incendiado todos los pueblos de los departamentos de Concepción y de Yapeyú. El segundo intento realizado por Andrés Guacurarí para recuperar los siete pueblos orientales en el mes de mayo de 1819 había terminado en un fracaso. Luego de esta acción cuando Andrés Guacurarí se disponía cruzar hacia la banda occidental del río Uruguay por el paso San Isidro, es sorprendido por una partida portuguesa y cae prisionero. Luego se produciría la derrota del Protector de los Pueblos Libres, Don José Gervasio Artigas. La hecatombe fue absoluta y la masa de la población misionera quedó en la orfandad política. Algunos de los lugartenientes de Andrés Guacurarí, sobrevivientes del exterminio de que fuera objeto la población de las misiones, intentaron reorganizar la provincia. Pero ya su rico territorio era disputado con rapacidad por los estados vecinos, mientras que sus primitivos pobladores eran despojados de sus derechos de propiedad sobre tierras y demás bienes. De hecho el territorio misionero fue repartido entre el Brasil y tres estados nacionales, Argentina, Paraguay y Uruguay. Tres estados gestados desde Buenos Aires, Asunción y Montevideo, provocando el raro efecto de convertir en límites a dos ríos, el Paraná y el Uruguay, ríos que históricamente habían servido de unión e integración a los territorios ribereños.
Sin embargo la fuerza del proyecto misionero de Andrés Guacurarí pervivió a sus actores. Aquel tipo social típicamente americano, producto del mestizaje, heredero genuino de aquel proceso histórico, sigue estando presente en la región misionera. Una región que aún hoy se resiste y persiste con un contenido socio – cultural propio, trascendiendo a las fronteras de los modernos estados nacionales. Ni el impacto de la inmigración europea y los proyectos de colonización intensivos desarrollados en la región pudieron borrar aquella importa cultural.

Bibliografía:
Cabral, Salvador: Andresito Artigas en la emancipación americana, Buenos Aires, Ed. Castañeda, 1980.Machón, Jorge Francisco: José Artigas, gobernador de Misiones, Jardín América (Mnes,), Edición del autor, 1998.Machón, Jorge Francisco: Misiones después de Andresito, Jardín América (Mnes.), Edición del autor, 1994.Poenitz, Alfredo – Snihur, Esteban: La Herencia Misionera, Posadas, Ediciones "El Territorio", 1999.Poenitz, Edgar – Poenitz, Alfredo: Misiones, Provincia guaranítica, Posadas, Editorial Universitaria, 1993.

Esteban Angel Snihur: Profesor en Historia y Licenciado en Historia. Egresado de la Universidad Nacional de Misiones. Libros publicados: Cronología Histórica de Apóstoles, Apóstoles, Dirección de Cultura Municipal, 1997. De Ucrania a Misiones, una experiencia de transformación y crecimiento, Apóstoles, Colectividad Ucrania de Misiones, 1997. La Herencia Misionera, Posadas, Ediciones "El Territorio", 1999. Artículos varios, referidos a la historia regional, publicados en los diarios "Primera Edición" y "El Territorio", de Posadas. Presentación de trabajos referidos a las misiones jesuíticas en simposios y congresos. Ex docente de la cátedra de Historia Regional I, en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones.

Publica: Guillermo Reyna Allan

jueves, 20 de noviembre de 2008

20 de noviembre:Día de la Soberanía

Por Jose Maria Rosa

El 13 de enero de 1845 en París, noche nevosa según el testimonio de uno de los presentes. François Guizot, primer ministro de Luis Felipe, rey de los franceses, reúne a cenar en el Ministerio de Relaciones Exteriores a los técnicos del Plata que se encontraban en la capital de Francia. De dicho ágape surgirá la intervención armada anglofrancesa, y su posible colaboración brasileña en los asuntos internos de las repúblicas sudamericanas.
Concurren el embajador de Inglaterra Lord Cowley, sir George Ouseley, que partiría al Plata llevando la intimación a Rosas, Mr, De Lurde hasta entonces Encargado de Negocios francés en Buenos Aires, el almirante Mackau ministro de Marina, y que conociera a Rosas en 1840 cuando fue a llevarle la paz por instrucciones de Thiers, Mr. Desages director general del Ministerio, y el vizconde de Abrantés en misión especial de Brasil para acoplarse a la proyectada expedición.
Los Antecedentes de la Intervención

Desde 1842 andábase en ese negocio. Francia había fracasado en su intento de imponerse por la fuerza de sus cañones y de su dinero – que sembró la guerra civil – a la Confederación Argentina gobernada por un hombre del carácter férreo de Rosas.
Hacia 1842 la política de la entente cordiale de Inglaterra y Francia hizo renacer la posibilidad de una nueva intervención, esta vez combinadas las fuerzas militares de ambas naciones: no era admisible que los pequeños países surgidos de la herencia española obraran como si fueran Estados en uso pleno de su soberanía y se negaran a recibir los beneficios – libertad de comercio, tutelaje internacional, libertad de sus ríos navegables – de las "naciones comerciales". Había que hacer, en primer lugar, de la ciudad de Montevideo una factoría comercial, de propiedad común anglofrancesa, desde donde dominar la cuenca del Plata después, establecer la ley de los mares – es decir: su libre navegación – a los ríos interiores argentinos, y finalmente dividir en mayores fragmentos esa Confederación Argentina que Rosas se había empeñado en mantener incólume del naufragio del antiguo y extenso virreinato del Plata.
De allí la nota conjunta que los ministros inglés y francés en Buenos Aires (Mandeville y De Purde) habían pasado a Rosas apenas producida la batalla de Arroyo Grande (diciembre de 1842: prohibíase ayudar a Oribe a recuperar su gobierno oriental y se amenazaba con tomar las medidas consiguientes si los soldados argentinos atravesaban el Uruguay en unión con los orientales para expulsar las legiones extranjeras que mantenían a Montevideo. Pero Rosas quedó sordo a la amenazas: contestó poco más o menos que en las cosas argentinas y orientales mandaban solamente los argentinos y los orientales. Consecuente con su respuesta el ejército aliado de Oribe, atravesó el Uruguay, y en febrero de 1843 empezó el sitio de Montevideo, defendida por las legiones extranjeras y por el almirante inglés Purvis.

En febrero de 1843 esperábase por momentos la intervención conjunta amenazada por la nota de Mandeville y De Lurde que Rosas había osado desafiar. Pero no llegaba. Es que 1843 no había sido un año propicio para la entente cordiale, amenazada de quebrarse por la cuestión del matrimonio de la joven reina de España.


La misión del argentino Florencio Varela

De allí el desdichado fracaso del abogado argentino Florencio Varela, enviado a Londres en agosto de 1843 por el gobierno de la Defensa de Montevideo a indicación del almirante inglés Purvis.
Llevó instrucciones para convencer al canciller Aberdeen de que la "causa de la humanidad" reclamaba la inmediata presencia de la escuadra británica en el Plata.
Gestionaría también la "tutela permanente" inglesa a fin de salvar al Plata en adelante de la barbarie nativa. Intervención y tutela retribuidas – lo decían las instrucciones – con la libertad absoluta de comercio y la libre navegación de los ríos.
Para cumplir mejor su cometido y documentar la "causa de la civilización", la casa inglesa Lafone confeccionó en Montevideo un record de los actos de barbarie que convenía atribuir a Rosas.
El periodista argentino José Rivera Indarte, ducho para esos menesteres, recibió el encargo de redactar el record abultándolo de manera que impresionara en Europa: se le pagó un penique por cadáver atribuido a Rosas.

Confeccionó Las tablas de sangre, que por dificultades de impresión no estarían listas en el momento de embarcarse Varela, pero le llegarían a Londres a los fines de su misión.
Aberdeen recibió a Varela. El trato no fue el esperado por el argentino. No obstante traducirle Las tablas de sangre, el inglés no pareció emocionarse con los horrores recopilados por Rivera Indarte; tampoco tomó en serio "la tutela permanente" ni las cosas que le ofrecía el ex argentino.
Le contestará fríamente que Inglaterra defenderá la "causa de la humanidad" dónde y cómo lo creyera conveniente, sin menester de promotores ni alicientes, y se le importaba un ardite cuanto pudieran ofrecerle los nativos auxiliares.
Inglaterra haría y tomaría lo que más le conviniese, sin otro acuerdo que "con las grandes naciones comerciales" asociadas a la empresa.
Varela no entiende; nunca entendió nada de la política americana ni de la europea. No comprende ese desprecio hacia "su gobierno" tan favorable a Inglaterra, ni que se hiciera caso omiso de sus tentadoras ofertas; jamás tuvo conciencia de su posición ni sentido de las distancias.
Váse de Europa – después de una gira por París, donde tuvieron mayor éxito las Tablas de sangre – mohino y decepcionado de los "poderes civilizadores". "La Inglaterra – escribe en su Diario de viaje – no conoce ni sus propios intereses."

La cena de Guizot
En 1844 las cosas mejoraron y la entente cordiale pudo reanudarse. Más alerta Brasil que el despistado gobierno de Montevideo, envía entonces su comisionado: el vizconde de Abrantés. Aberdeen lo recibe mejor que a Varela; al fin y al cabo Brasil era un imperio constituido y no un gobierno nominal de ocho cuadras escasas, mantenido a fuerza de subsidios y de legiones.
Pero Inglaterra no quiere la participación de Brasil en la empresa a llevarse en el Plata; no le convenía fortalecer ese imperio americano ni darle entrada al Plata.
Como Abrantés representaba a un emperador no podía despedirle a empujones, como lo hizo con Varela; lo hará más diplomáticamente, pero lo hará.
Tras conversar con Abrantés en Londres (que también ha venido a hablarle "de la causa de la civilización", oyendo del inglés el despropósito de "que la existencia de la esclavitud en Brasil era vergüenza mayor que todos los horrores atribuidos a Rosas por sus enemigos") lo despacha a París.
Allí se arreglará la intervención en definitiva y la posible participación de Brasil.
Pero eso es la cena de Guizot en el ministerio la, noche del 13 de enero de 1845. Muy a la francesa se discutirá la acción en la sobremesa. Y al servirse el café y el coñac, Guizot abre el debate sobre el interrogante ¿Qué propósito y qué medios dar a la intervención?
Abrantés no se anima a postular "la causa de la civilización" después de lo ocurrido con Aberdeen.
Las Tablas de Sangre podían ser útiles para impresionar al gran público, pero evidentemente no producían efecto en los políticos.
Sin embargo, todos son partidarios de pretextar ostensiblemente la "causa de la civilización", pero agregándole las "necesidades de las naciones comerciales", la "independencia de Uruguay, Paraguay y Entre Ríos" que había que preservar de la Confederación Argentina, y la "libre navegación de los ríos" argentinos, orientales, paraguayos y entrerrianos.
En cuanto a Rosas... Mackau, que lo ha conocido en 1840 hace su elogio: es un patriota insobornable, un político hábil, un gobernante de gran energía y un hombre muy querido por los suyos.

Desde luego, es un obstáculo para los planes de la intervención y costaría llevarlo por delante; aunque contra las escuadras combinadas nada podría hacer. De Lurde, que también lo ha conocido en Buenos Aires, se desata en elogios para Rosas: su gobierno ha impuesto el orden donde antes imperaba el desorden; tal vez los argentinos se hubieran acostumbrado a obedecer a una autoridad y pudiera reemplazárselo por otro gobernante más amigo de los europeos, pero la cuestión es que Rosas no cedería a una intervención armada: "se refugiaría en la pampa y desde allí hostilizaría a los puertos".
A su juicio la intervención irá a un completo fracaso; mejor era dejar las cosas como estaban y tratar con Rosas de igual a igual "sacándole los beneficios comerciales posibles".
Abrantés está de acuerdo, en parte, con De Lurde. Pero no cree que la intervención iría a un completo fracaso. Combinadas Inglaterra, Francia y Brasil, su fuerza sería irresistible; a Rosas podría perseguírselo hasta el fondo de la pampa. Pero, eso sí, deberían emplearse todos los medios para obtener el triunfo.
En caso de no emplearse medios eficaces (expedición marítima y fuerzas de desembarco en número aplastante), mejor era olvidarse de una intervención y "no exponerse a la irritación de un hombre como Rosas".
Ouseley trae le palabra de Inglaterra. Nada de expediciones de desembarco que por dos veces habían fracasado en Buenos Aires (1806 y 1807).

Lo que se buscaba era otra, cosa, para lo cual el gobernante argentino carecía de fuerza para oponerse: una gran expedición naval que levantara el sitio de Montevideo, tomara posesión de los ríos, y gestionara y mantuviera la independencia del Uruguay, Entre Ríos y Paraguay..
De Montevideo se haría una factoría para las grandes naciones comerciales; de común acuerdo entre las nacionales comerciales y Brasil, se fijarían los límites de los nuevos Estados del Plata. Buenos tratados de comercio, alianza y navegación los unirían con las naciones comerciales.
Abrantés se desconcierta ante esa repetición de "las naciones comerciales" que parecerían excluir a Brasil, y pregunta cuál sería la, participación del Imperio en la empresa. "El ejército brasileño operaría por tierra concluyendo con Oribe".
Abrantés protesta, pues eso sería "recibir solo la animosidad de Rosas, pues las fuerzas de Rosas se manifestarían por tierra, si los tres aliados participaban en común, también en común deberían emplearse".

Cowley corta: Inglaterra no enviará expediciones terrestres.

Mackau no quiere la participación de Brasil "que complicaría la cuestión". Ouseley añade que por una fuerte expedición naval podrían cumplirse los objetivos de la intervención: en cuanto a Rosas y su Confederación Argentina, aislados al occidente del Paraná, no podrían oponerse a lo que se hiciera a oriente de este río.

Se emplearían "solamente medios marítimos", a no ser que Brasil quisiera, usar su ejército de tierra; la acción naval sería suficientemente poderosa para hacer a los aliados dueños de los ríos, del Estado Oriental, de la Mesopotamia y del Paraguay, cuya "independencia se garantizaría".
Estos Estados se unirían con sólidos lazos comerciales y de alianza con los interventores.

Brasil se retira

Abrantés informa esa noche a su gobierno. Ha comprendido que muy diplomáticamente no se quiere la participación brasileña.
No solamente Aberdeen le ha exigido la renovación de los leoninos tratados de alianza y de tráfico de esclavatura como previos a la alianza, sino Brasil no obtendría objetivo alguno en la intervención.
Todo sería para las naciones comerciales; que fijarían los límites de los nuevos Estados con el Imperio (desde luego, en perjuicio del Imperio), y serían las solas dueñas de las nuevas repúblicas. Brasil vería cortarse para siempre su clásica política de expansión hacia el sur.
Además, dejarle la exclusividad de las operaciones terrestres contra Rosas era una manera de obtener el retiro del Imperio, pues Brasil no tomaría exclusivamente semejante responsabilidad. Y dando por terminada su misión se retira de París.

Empieza la Intervención
Gore Ouseley, portando el ultimátum previo a la intervención, viajó a Buenos Aires. Exigió el retiro de las tropas argentinas sitiadoras de Montevideo, juntamente con las orientales de Oribe y el levantamiento del bloqueo que el almirante Brown hacía de este puerto.
Se descartaba su rechazo por Rosas. Poco después llegaba el barón Deffaudis con idéntico propósito en nombre de Francia.
Mientras Rosas debate con los diplomáticos el derecho de toda nación, cualquiera fuere su poder o su tamaño para dirigir su política internacional sin tutela foráneas, se presentaron en Montevideo las escuadras de Inglaterra y Francia comandadas respectivamente por los almirantes Inglefield y Lainé.
Pendientes aún las negociaciones en Buenos Aires, ambos almirantes se apoderaron de los buquecillos argentinos de Brown que bloqueaban Montevideo, arrojaron al agua, la bandera Argentina y colocaron al tope de ellos la del corsario Garibaldi.
Ante ese hecho – ocurrido el 2 de agosto de 1845 – Rosas elevó los antecedentes a la Legislatura, que lo autorizó "para resistir la intervención y salvar la integridad de la patria". Ouseley y Deffaudis recibieron pasaportes para salir de Buenos Aires. La guerra había empezado.

Obligado (20 de noviembre)

El 30 de agosto la escuadra aliada íntima rendición a Colonia, que al no ser acatada es desmoronada a cañonazos al día siguiente. Garibaldi, con los barcos argentinos, de los que ahora es dueño, participa en este acto y se destaca en el asalto que siguió.
El 5 de setiembre los almirantes se apoderan de Martín García: Garibaldi, con sus propias manos – que más tarde serían esculpidas en bronce en una plaza de Buenos Aires –, arrió la bandera argentina.
De allí la escuadra se divide. Los anglofranceses remontan el Paraná, mientras Garibaldi toma por el Uruguay y sus afluentes: el corsario se apodera y saquea Gualeguaychú, Salto, Concordia y otros puntos indefensos, regresando a Montevideo con un enorme botín de guerra.
Mientras tanto Hontham y Trehouart navegan el Paraná en demostración de soberanía, y para abrir comunicaciones con su ejército "auxiliar" que, al mando del general Paz, obraba en Corrientes.
Pero el 20 de noviembre, al doblar el recodo de Obligado, encuentran una gruesa cadena sostenida por pontones que cerraban el río, al mismo tiempo que baterías de tierra iniciaban el fuego.
Es el general Mansilla, que por órdenes de Rosas ha fortificado la Vuelta de Obligado y hará pagar caro su cruce a los interventores.
Al divisar los buques extranjeros ha hecho cantar el Himno Nacional a sus tropas y abierto el fuego con sus baterías costeras.
Hontham y Trehouart contestan y llueven sobre la escasa guarnición Argentina los proyectiles de los grandes cañones de marina europeos.
Siete horas duró el combate, el más heroico de nuestra historia (de las 10 de la mañana a las 5 de la tarde). No se venció, no se podía vencer.
Simplemente, quiso darse a los interventores una serena lección de coraje criollo. Se resistió mientras hubo vidas y municiones, pero la enorme superioridad enemiga alcanzó a cortar la cadena y poner fuera de combate las baterías.
Bizarro hecho de armas, lo califica Inglefield en su parte, desgraciadamente acompañado por mucha pérdida de vidas de nuestros marinos y desperfectos irreparables en los navíos.
Tantas pérdidas han sido debidas "a la obstinación del enemigo", dice el bravo almirante.
¿Se ha triunfado? La escuadra, diezmada y en malas condiciones, llega a Corrientes, y de allí intenta el regreso.
En el Quebracho, cerca de San Lorenzo, vuelve a esperarla Mansilla con nuevas baterías aportadas por Rosas. Otra vez un combate, otra vez "una victoria" – el paso fue forzado – con ingentes pérdidas.
Desde allí los almirantes resuelven encerrarse en Montevideo; transitar el Paraná es muy peligroso y muy costoso.
Se deshace el proyecto de independizar la Mesopotamia (gestionado por los interventores en el tratado de Alcarás porque Urquiza ya no se sintió seguro. Se deshace la intervención.
Poco después – 13 de julio de 1846 – Samuel Tomás Hood, con plenos poderes de Inglaterra y Francia, presenta humildemente ante Rosas el "más honorable retiro posible de la intervención conjunta". Que Rosas lo haría pagar en jugoso precio de laureles.
Por eso el 20 de noviembre, aniversario del combate de Obligado, es para los argentinos el Día de la Soberanía.

Bibliografía ARANA, Enrique: "Rosas y la Política Internacional". EZCURRA MEDRANO, Alberto: "La Vuelta de Obligade". (Rev. J. M. de Rosas, Nº 8.) MANSILLA G.: "La Vuelta de Obligado". (Rev. J. M. de Rosas, Nros. 15-16.) MUÑOZ AZPIRI, José Luis: "Rosas Frente al Imperialismo Inglés". RAMIREZ JUAREZ: "Conflictos Diplomáticos y Militares en el Río de la Plata". Fuente: Nac&Pop
Publica: Guillermo Reyna Allan

viernes, 14 de noviembre de 2008

Lola Mora

Dice Ana Prieto en un artículo publicado en 2007 en Perfil, que la famosa escultora fue protagonista de una época controvertida y difícil.
La colega titula esa nota: ".. Un chivo expiatorio", y dice: Protegida de Bartolomé Mitre, íntima de Julio A. Roca –de quien se cuenta que fue amante–, ya en vida estuvo rodeada por un aura mitológica. Hoy, a 140 años del nacimiento de “la primera escultora argentina”, se sucederán los homenajes que recuerden algunos de estos detalles biográficos e incluso su apabullante ritmo de trabajo. Pero aún resta por parte de la sociedad una reparación con su legado artístico, tan clasicista como impresionante, que sigue opacado por su privilegiada relación con el poder político de entonces.

La vida de la escultora tucumana Lola Mora está poblada de cosas que no se saben, y por lo tanto de rumores y ambigüedades. Por empezar, su fecha de nacimiento. Según su acta bautismal, llegó al mundo el 22 de abril de 1867, pero la versión de que nació el 17 de noviembre de 1866, dada por una vecina de la localidad salteña de El Tala, fue adoptada con rara conformidad por la mayoría de sus biógrafos e incluso por el Congreso Nacional, que estableció en esa fecha el Día Nacional del Escultor. Dicha vecina habría conversado con Lola Mora en 1933, cuando, rendida del intento de extraer petróleo de las montañas del Norte, pasaba por El Tala antes de regresar, envejecida y agotada, a Buenos Aires. Fue un regreso sin gloria, desde luego.
La gloria la había abandonado hacía tiempo, y esto no es decir poco. En mejores momentos, Mora había acaparado los encargos escultóricos oficiales, en una Buenos Aires que quería poblarse de carísimas estatuas conmemorativas y alegorías patrióticas. En mejores épocas, Mora había vivido y trabajado en el exclusivo barrio romano de Ludovisi, recibiendo una constante atención de la prensa italiana y argentina, y también la visita de las reinas Elena y Margarita. Había sido protegida de Bartolomé Mitre e íntima de Julio A. Roca.

Se dio el lujo de viajar, de vivir sola (hasta su malogrado matrimonio en 1909, con un joven 17 años menor que ella) y de tomar las decisiones que se le antojaron. Pero, sobre todo, se dio el gusto de erigir y emplazar la única gran obra que nadie le encargó: su Fuente de las Nereidas, conjunto todavía impactante por el que todos la conocen.
¿Pero quién la conoce realmente? Se dice que fue amante de Roca, o que fue bisexual, o que se casó para apagar rumores o que sus sobrinas, tras su muerte, quemaron las cartas que probaban todo lo anterior. Como “primera escultora argentina”, se la suele recordar más por haber sido una provinciana menuda, que se calzaba pantalones para trabajar el durísimo mármol de Carrara, que por lo que aportó a las artes nacionales.

Los homenajes que se le rinden vienen de asociaciones de mujeres (aunque Mora estuvo lejos de las reivindicaciones de género de principios del siglo XX, algo que muchas feministas no le perdonan) y de círculos oficiales, pero no del mundo de las artes.
Es cierto que se ciñó a los preceptos clásicos y que no rompió con ningún canon, pero también es cierta su precisión técnica, la manera peculiar en la que combinó el naturalismo con la iconografía clásica, su privilegiada inteligencia para concebir el espacio y, desde luego, su talento natural. El radicalismo en ascenso atacó su obra con argumentos inválidos desde el punto de vista artístico, expulsando sus alegorías del Congreso, rescindiendo su contrato para hacer el Monumento a la Bandera y trasladando su Fuente de Alem y Perón a Costanera Sur, paraje marginal en 1918.
Tras quince años de trabajo febril, Mora se convertía en el chivo expiatorio del conservadurismo en retirada y, tras muchas humillaciones, abandonaría la escultura para siempre. De algún modo, su creación quedó opacada por su privilegiada relación con el poder. Y tal vez allí esté el origen de la razón por la cual, hasta hoy, no se haya hecho ningún estudio profundo y sistemático de su obra. A 140 años de su nacimiento, distintos homenajes recordarán su vida, sus relaciones y su apabullante ritmo de trabajo. Pero todavía falta un compromiso cabal con su legado artístico.

Fuente: Ana Prieto - Perfil

Escribe: Guillermo Reyna Allan

sábado, 8 de noviembre de 2008

El Gran Houdini

El amanecer de la más grande leyenda de la magia tuvo lugar en 24 de marzo de 1874. Ese día nació un hijo al doctor Samuel Weiss, un rabino de Budapest, Hungría. El niño fue llamado Ehrich Weiss. Este niño estaba destinado a asumir el nombre que él haría inmortal tan solo diecisiete años más tarde: Harry Houdini.

A los nueve años de edad, Ehrich huyó de casa. Se unió a un pequeño circo en su pueblo natal. A la edad de once años, trabajó como aprendiz de cerrajería. En abril de 1891, a los diecisiete años de edad sacrificó su empleo en una fábrica de corbatas y comenzó su carrera como ilusionista. Houdini logró la proeza de escapar de cuerdas atadas a su alrededor en cualquier forma imaginable. Llegó a tal grado de experiencia, que eventualmente ofreció una recompensa de 25 dólares a cualquiera que pudiera atarlo de manera que no pudiera escapar. Él nunca perdió un centavo. Fue durante este período que conoció a Beatrice Rahner. En julio de 1894, pidió prestado 2 dólares a su prometida para pagar su licencia de matrimonio y la Srita. Rahner se convirtió en Bessie Houdini.
La carrera de Houdini fue extremadamente influenciada por el famoso ilusionista francés Jean Eugene Robert-Houdin. Fue a partir del nombre "Robert-Houdin" que Houdini improvisó su propio nombre agregando una "i". Cuando se encontraba en Londres, sorprendió a los oficiales de Scotland Yard, liberándose de supuestas esposas "a prueba de escape". Prácticamente del día a la noche, se transformó de un modesto artista, que ganaba 18 dólares por semana, en una celebridad con honorarios de 1,800 dólares por semana. Durante la Primera Guerra Mundial, Houdini dio sus servicios al gobierno de los Estados Unidos, haciendo presentaciones en campamentos por dos años consecutivos.

Entre 1918 y 1921, se hizo estrella del cine. Organizó una compañía para producir una serie de 15 episodios llamada "The Master Mystery". Houdini desempeñó también el papel estelar en las películas "The Grim Game" y "Terror Island".

La capacidad de Houdini de trabajar incansablemente 18 horas al día fue el ingrediente responsable de las muchas facetas de su vida. Sus cruzadas exponiendo a las "médiums" fraudulentas reciben el crédito de la eliminación del falso espiritismo. Fue además un experto criptólogo, capaz de descifrar casi cualquier mensaje en clave.

A pesar de que Houdini ganó su reputación mundial como escapista, la magia estaba más cerca de su corazón. Fue en 1924 que combinó su trabajo en escapismo con la magia y las ilusiones. Viajó por los Estados Unidos presentando "The Houdini Mystery Show". Esto siguió hasta el 31 de octubre de 1926, cuando Houdini conoció su prematura muerte en Detroit, a la edad de 52 años. A Bessie, Houdini heredó la suma de 500,000 dólares y al mundo una colorida leyenda, matizada de emoción, valor y misterio.

El capítulo final

El telón final cayó para Houdini a la 1 a.m. del lunes 31 de octubre de 1926. El último acto de su vida había comenzado quince días antes cuando inició su temporada en el teatro Princess en Montreal. Su programa de dos funciones diarias incluía una conferencia sobre fenómenos psíquicos y espiritismo en la Universidad McGill.

Después de la conferencia, los estudiantes presentaban sus respetos a Houdini, quien complacido con esto, invitaba a los estudiantes a visitarlo en el teatro.La mañana del viernes un artista joven, acompañado de dos amigos saludó a Houdini. Uno de los amigos, una estrella del boxeo en la Universidad, preguntó si tendría el privilegio de golpear a Houdini en el abdomen. El estudiante quería convencerse de la fortaleza que Houdini proclamaba tener en su condición física. Houdini, quien se encontraba sentado, aceptó el reto. No había terminado de levantarse aún, cuando el joven golpeó su abdomen con todas sus fuerzas. Después del inesperado golpe, la cara de Houdini se puso blanca mientras hacía esfuerzos para respirar. Algunos minutos después, Houdini pidió al joven que lo golpeara nuevamente. Esta vez él estaba preparado para recibir el golpe. El estudiante lo golpeó una vez más y se encontró con un abdomen duro como un roble. Houdini había comprobado su fortaleza y el joven boxeador quedó ampliamente impresionado. Houdini no se dio cuenta, pero en la demostración de su fortaleza al joven estudiante, había sufrido la ruptura del apéndice, que se convirtió en el umbral de su reto final.

Al siguiente día , Houdini milagrosamente cumplió con sus presentaciones de la mañana y de la tarde, con las cuales concluía su temporada en Montreal. A pesar de que su condición empeoraba, abordó el tren hacia Detroit, donde tenía el compromiso de hacer una función en la noche del lunes 24 de octubre. Cuando arribó a Detroit, Houdini sufría de severa fiebre y continuos escalofríos. Su esposa Bess le suplicaba considerar la hospitalización, pero sus ruegos no eran escuchados. Al oír las noticias de que las localidades del teatro estaban agotadas, la atención médica era lo último que pasaba por la mente del artista.

El público de esa noche vio la sonrisa cautivadora y sintió la grandiosidad en el hombre, pero difícilmente pudo darse cuenta de que él estaba muriendo. Mientras actuaba, la fatiga aumentaba y su agonía casi lo paralizaba. Esa fue su última actuación. Houdini se desmayó y fue llevado al hospital Grace, donde fue sometido a cirugía mayor de urgencia durante la mañana del siguiente día. Poco se pudo hacer para detener la inevitable consecuencia del engangrenado apéndice que el cirujano encontró.Siete días más tarde, Houdini dijo a su hermano Hardeen, "Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer." Houdini cerró sus ojos por última vez.
Fuente: "The Houdini Hall of Fame". Niagara Falls.
Escribe: Guillermo Reyna Allan

sábado, 1 de noviembre de 2008

José Gervasio Artigas (Segunda parte)










El éxodo del pueblo oriental

Como consecuencia del armisticio firmado con el virrey Elío por la Junta de Buenos Aires, las tropas enviadas a la Banda Oriental debieron abandonar dicho territorio, levantando el sitio de Montevideo. Artigas fue nombrado «Teniente Gobernador, Justicia Mayor y Capitán del Departamento de Yapeyú», entonces en las Misiones argentinas.
Artigas, disgustado por el armisticio y ante la evacuación de las tropas porteñas, cumplió con su nuevo cargo trasladándose al territorio misionero, por lo que decidió pasar con sus seguidores a la orilla occidental del río Uruguay, hecho conocido como el éxodo oriental. Cruzó el río Uruguay con mil carretas y unas 16.000 personas con sus ganados y pertenencias, en la primera semana de enero de 1812, instalando su campamento cerca del arroyo Ayuí Grande, pocos kilómetros al norte de la actual ciudad entrerriana de Concordia, entonces perteneciente a la Provincia de Misiones.

Allí se estableció en un enorme campamento, desde el cual organizó un gobierno sui generis sobre el territorio que sus hombres alcanzaban a controlar. Mantuvo correspondencia con pequeños caudillos locales de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, con lo que aumentó el círculo de los que compartían sus ideas y que serían base de su futura influencia en el Litoral argentino.
A principios de 1812, roto el armisticio con la retirada de Elío, las tropas de Buenos Aires reanudaron el sitio de Montevideo. Pero el jefe político de las mismas, Manuel de Sarratea, hizo todo lo posible para debilitar las fuerzas de Artigas, lo que llevó a un enojoso conflicto con el caudillo. Sólo después de la retirada de Sarratea, Artigas se unió al sitio de Montevideo con sus tropas.

Las instrucciones para la Asamblea del año 1813

En el campamento de Artigas fueron electos los diputados orientales que debían concurrir a la Asamblea General Constituyente del año 1813 a celebrarse en Buenos Aires. Artigas le dio instrucciones a sus diputados, las que fueron dictadas el 13 de abril de 1813.
Básicamente, Artigas reclamaba:
Independencia de las provincias del poder español. Igualdad de las provincias a través de un pacto recíproco. Libertad civil y religiosa. Organización de los poderes como un gobierno republicano. Federalismo, con un gobierno supremo que entendendiera solamente en los negocios generales del Estado, y confederación referida a la protección que se debían las provincias entre sí. Soberanía de la Provincia Oriental sobre los siete pueblos de las Misiones Orientales. Ubicación del gobierno federal fuera de Buenos Aires. Los diplomas de los diputados orientales fueron rechazados por la Asamblea, usando como argumento legal la nulidad de su elección porque se realizó en un campamento militar y además porque Artigas les había impartido instrucciones, a pesar de que la Asamblea se había declarado soberana.

A continuación, el general José Rondeau hizo reunir un segundo congreso, que eligió nuevos diputados a la Asamblea, en una capilla junto a su propio campamento, cuidando de elegir a diputados contrarios a la influencia de Artigas.
Ante este atropello a la voluntad popular, Artigas abandonó el sitio de Montevideo a mediados de enero de 1814. Se dirigió a la costa del río Uruguay, desde donde sus partidarios lanzaron una serie de campañas para controlar el interior de la Banda Oriental y la Provincia de Entre Ríos. La expedición enviada desde Paraná para enfrentarlo fue derrotada en Entre Ríos por su lugarteniente Eusebio Hereñú.

Tras el retiro de Artigas del sitio de Montevideo, el unitario Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio Posadas, firmó un decreto el 11 de febrero de 1814, declarando a Artigas «traidor a la Patria».

La Liga Federal

En 1814 Artigas organizó la Liga de los Pueblos Libres, de la que fue declarado Protector. Al año siguiente liberó Montevideo del control de los unitarios aliados de Buenos Aires.
Tras varios meses de enfrentamientos militares entre el Directorio, en una guerra civil desarrollada en Corrientes, Entre Ríos y la Provincia Oriental, la victoria de Fructuoso Rivera en la batalla de Guayabos en enero de 1815, obligó al Director Carlos María de Alvear a evacuar Montevideo, entregándola al segundo de Artigas, Fernando Otorgués.
Alvear, decidido a gobernar sobre las provincias argentinas sin oposición, ofreció a Artigas la independencia de la Provincia Oriental. Artigas la rechazó y ayudó a los federales de Corrientes y Santa Fe a sacudirse la tutela del Directorio.

Las victorias de Artigas facilitaron la revolución que determinó la caída de Alvear en abril de ese año. Pero las relaciones con su sucesor, Ignacio Álvarez Thomas, siguieron siendo tirantes y violentas. No obstante, éste no intentó volver a someter a su gobierno a la Provincia Oriental.
En mayo de 1815, Artigas instaló su campamento en Purificación, unos cien kilómetros al norte de la ciudad de Paysandú, cerca de la desembocadura del arroyo Hervidero, que desagua en el río Uruguay, y a unos siete kilómetros de la llamada Meseta de Artigas. Purificación habría de transformarse en la capital de hecho de la Liga Federal.

El 29 de junio de 1815 se reunió en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el «Congreso de los Pueblos Libres» llamado Congreso de Oriente. Fue convocado por Artigas para «tratar la organización política de los Pueblos Libres, el comercio interprovincial y con el extranjero, el papel de las comunidades indígenas en la economía de la confederación, la política agraria y la posibilidad de extender la Confederación al resto del ex-Virreinato del Río de la Plata». En este congreso, las provincias de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe y la Provincia Oriental se declararon independientes «de todo poder extranjero», al tiempo que se invitó a las demás Provincias Unidas del Río de la Plata a sumarse a un sistema federal, ya que dicha declaración de independencia no era una declaración separatista del Río de la Plata.

Envió una delegación a Buenos Aires con la premisa de mantener la unidad en base a los principios de: «La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de nuestra revolución; la unidad federal de todos los pueblos e independencia no solo de España sino de todo poder extranjero (...)». Los cuatro delegados fueron detenidos en Buenos Aires, y el nuevo Director ordenó invadir Santa Fe.
Artigas ratificó entonces el uso de la bandera creada por Manuel Belgrano, añadiéndole un festón diagonal punzó, siendo el rojo punzó desde entonces el signo del federalismo en Argentina. Artigas la llamó «el Pabellón de la Libertad».

La invasión luso-brasileña y la guerra contra los unitarios

El constante crecimiento de influencia y prestigio de la Liga Federal atemorizó tanto a los unitarios de Buenos Aires y Montevideo como al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. En agosto de 1816 numerosas tropas luso-brasileñas invadieron la Provincia Oriental, con la complicidad tácita de los unitarios que se habían fortalecido en Buenos Aires y del embajador porteño en Río de Janeiro. Con la intención de destruir al caudillo y su revolución, las tropas luso-brasileñas atacaron por tierra y mar. Junto a Artigas, participaron en la defensa de su provincia sus lugartenientes: Juan Antonio Lavalleja, Fernando Otorgués, Andrés Latorre, Manuel Oribe, el misionero Andrés Guazurary, apodado "el indio Andresito". En cuanto a Fructuoso Rivera, éste traicionó a Artigas pasando a servir a los portugueses y brasileños. Poco tiempo después el mismo Fructuoso Rivera entraría junto a los montevideanos del "Club del Barón" a conspirar para dar muerte a Artigas.
Debido a su superioridad numérica y material, las fuerzas luso-brasileñas al mando de Carlos Federico Lecor vencieron a Artigas y sus lugartenientes y ocuparon Montevideo el 20 de enero de 1817, aunque la lucha continuó por tres años en el medio rural.
Indignado por la pasividad de los unitarios instalados en Buenos Aires, Artigas les declaró la guerra, al tiempo que enfrentó a los luso-braileños con ejércitos que se vieron diezmados por sucesivas derrotas.
Después de tres años y medio de resistencia, la batalla de Tacuarembó, de enero de 1820 significó la derrota definitiva de Artigas, que debió abandonar el territorio oriental, al que ya no volvería. Varios de sus lugartenientes cayeron prisioneros o abandonaron la lucha. Fructuoso Rivera, por su parte, se pasó al l ejército brasileño de ocupación.

Conflicto con Ramírez

Casi al mismo tiempo, los integrantes de la Liga Federal, Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos, y Estanislao López, gobernador de Santa Fe, lograron finalmente la victoria sobre los unitarios.La batalla de Cepeda forzó la caída del Directorio. Pero la esperanza duró poco, ya que ambos caudillos, al saber del casi aniquilamiento de las tropas de Artigas, entraron en acuerdos con el nuevo gobernador porteño, Manuel de Sarratea, firmando con él el Tratado del Pilar. Aunque tal tratado consideraba pedir su aprobación a Artigas, el héroe oriental se consideró afrentado al no haber sido consultado por los suscriptores del tratado.
Después de la batalla de Tacuarembó, Artigas se instaló en Entre Ríos, donde entró en serios conflictos con Francisco Ramírez, quien no aceptó la hegemonía del caudillo oriental en su provincia. Con apoyo del gobierno porteño, Ramírez inició una campaña contra Artigas. Fue derrotado en una pequeña batalla, pero logró derrotarlo en la batalla de Las Tunas, prácticamente en el centro de Entre Ríos.

Ramírez persiguió a Artigas hacia Corrientes, donde éste contó aún con el apoyo del jefe guaraní Francisco Javier Sití. Pero la victoria fue, en definitiva, para Ramírez.

Rodeado por todos lados por los lugartenientes de Ramírez y viendo su causa definitivamente perdida, el 5 de septiembre de 1820, Artigas cruzó el río Paraná hacia el exilio en Paraguay, dejando atrás su patria y su familia. El dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia le dio refugio, pero cuidó que no conservara ninguna influencia política, ni mantuviera correspondencia con nadie fuera del Paraguay. Su único acompañante durante el resto de su vida fue el negro Ansina.

La campaña de los Treinta y Tres Orientales

La complicada guerra del Brasil y las intromisiones diplomáticas de Gran Bretaña, sumada a las sucesivas desilusiones de los orientales con los gobiernos porteños, llevaron a la independencia de la República Oriental del Uruguay en 1828, en la cual Artigas nunca participó.

Confinado a la lejana e inóspita Villa de San Isidro Labrador de Curuguaty, allí vivió cultivando la tierra hasta la muerte de Gaspar Rodríguez de Francia y no causó problema alguno a las autoridades paraguayas. No obstante, por mera precaución, fue arrestado algunas semanas después de la muerte del dictador Rodríguez de Francia, ocurrida el (20 de septiembre de 1840). El nuevo gobierno de Carlos Antonio López, primer Presidente Constitucional del Paraguay lo trasladó a Asunción, donde disfrutó de su plácida ancianidad en el barrio asunceno de Trinidad, residiendo en la propia quinta del Presidente de la República, rodeado del afecto de los paraguayos. Allí falleció, diez años después, el 23 de septiembre de 1850, a los 86 años de edad.
Fuente: Wikipedia
Escribe: Guillermo Reyna Allan